lunes, 17 de noviembre de 2014

El Reino de Dios y Ayotzinapa

Se escucha un clamor desde el centro de mi país, clamor que ha llegado muy lejos, es ahora un mismo clamor que se escucha desde casi todos los rincones del mundo. ..ante tanta corrupción el sistema manifiesta ya su decadencia, los partidos políticos ya no ofrecen lo que originalmente ofrecían…ante la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa se levanta la cortina que había cubierto por muchos años al gobierno mexicano, desde las mínimas esferas hasta llegar a la presidencia…es un clamor de JUSTICIA, es un clamor que enciende el corazón ante la oscuridad de la indiferencia. Este clamor se va haciendo UN GRITO cada vez más fuerte e intenso que me hace preguntarme ¿qué me toca hacer? , es un grito que confronta, implica y compromete. Y NO, #NO ME HE CANSADO, sigo en la lucha desde donde HOY me toca estar.

                Sin embargo me he preguntado que ante este clamor, ante este grito de JUSTICIA reflexiono y digo ¿de qué tipo de justicia estamos hablando? , el significado que se tiene ¿es la misma para todos? Porque en mi JUSTICIA están presentes signos del reino de Dios. No concibo la justicia sin el ¿es que acaso existe otro tipo de justicia? ¿Acaso estamos hablando de construir una sociedad en paz desde el diálogo? No, no malinterpretes, estoy a favor de la Verdad, a favor de la no corrupción, a favor de desestabilizar el sistema que tanto daño nos hace, a favor de la vida pero ¿bajo qué circunstancias? ¿Es que lo que estamos buscando es considerando nuestros talentos?  ¿Acaso queremos justicia pero sin Dios?
“Como ya se acercaba el tiempo en que sería llevado al cielo, emprendió resueltamen
te el camino a Jerusalén. Había mandado mensajeros delante de él, los cuales caminando, entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento . Pero los samaritanos no lo quisieron recibir, porque iba a Jerusalén. Al ver esto, los discípulos Santiago y Juan le dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que los consuma? Pero Jesús, dándose vuelta les reprendió y pasaron a otra aldea. Lc. 9, 51-56
Tendríamos que preguntarnos, si queremos actuar como los discípulos querían hacerlo. No podemos querer solucionar una situación agravando más la situación.  No podemos generar más muertes.
Tendríamos que partir de propuestas diferentes, propuestas profundas, propuestas que den vida y esperanza y no violencia, terror, inseguridad, preocupación y muerte. San Ignacio de Loyola dice que el amor hay que ponerlo en obras y no en palabras.
¿A qué me invita Dios?
¿Cuál es el talento que tengo para contribuir a la justicia?

¿Cómo pongo mi amor en obras?

JAPO

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